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La Alfarería

Almarza en Sierra Mágina (Jaén)

Úbeda ha sido históricamente el principal núcleo de producción cerámica de la provincia de Jaén. Su situación fronteriza y su permeabilidad cultural han generado una rica alfarería tradicional, todavía hoy presente, donde se han imbricado influjos árabes, mudéjares y renacentistas.

La Alfarería Almarza somos un taller de carácter familiar, y la comercialización la realizamos en éste, de forma directa, y en algunos establecimientos de la ciudad. Con seis generaciones documentadas a nuestras espaldas, nuestros procesos productivos responden a sistemas puramente tradicionales. Y continuamos trabajando en la calle Valencia, en el barrio de San Millán, lugar donde desde época medieval estaban instalados los obradores, y donde hasta mediados del siglo XX trabajaban más de cien alfareros.

Inicios en la vieja alfarería

El origen mudéjar de la alfarería ubetense lo hemos mantenido con extremada pureza, como lo evidencia el empleo de las mismas técnicas de elaboración, la cocción de las piezas en hornos árabes de leña, y todo un amplio repertorio de piezas de carácter popular, destinadas al uso doméstico, entre las que sobresalen las relacionadas con el uso del aceite y la conserva de alimentos. Destacamos nuestra producción vidriada en color verde o marrón, decorada a base de calados, incisiones y “bordados” o filigranas realizadas con barro blanco. Una de nuestras piezas más representativas es la alcuza o aceitera, a la que se suman orzas, lebrillos, platos, jarras, botijas..., así como nuevas creaciones, incorporadas en esta última generación. Nuestro alfar constituye, también, un magnífico testimonio de edificación vinculada a la producción artesana tradicional, al haber conservado la gran mayoría las tipologías y elementos originales.

Primera visita a Inglaterra (Bristol) y Primer año de formación en Perthshire (Escocia)

Años de formación en Copenhage (Dinamarca) y Años de formación en Vianden (Luxemburgo)

Para la elaboración de nuestras piezas utilizamos dos tipos de arcilla –blanca y roja– que extraemos de las cercanías de Úbeda. En el verano mezclamos el barro con agua en las pilas, donde permanecerá decantándose, eliminando todas las pequeñas piedras e impurezas, para posteriormente amasarlo y trabajarlo. Una vez hemos modelado las piezas en el torno las dejamos orearse, para a continuación aplicarle el “baño”, liso o chorreado, que definirá su color: mezcla de óxido de cobre y tierra blanca del Viso del Marqués (Ciudad Real) para el característico color verde; limonja o arcilla roja para el color pardo; y marrón y tierra del Viso para el color blanco. Además solemos decorarlas mediante calados, dibujos incisos y filigranas “bordadas” con barro blanco. Por último aplicamos a todas las piezas el “vidriado”, con galena, para obtener la superficie brillante. Finalmente procedemos a su cocción en nuestro horno de leña hispanomorisco, con lo cual culminamos un laborioso proceso que confiere a cada pieza un acabado particular y exclusivo.


Hasta hace bien poco todas las piezas las hacíamos para uso doméstico –para la cocina, para la mesa, para el trabajo en el campo...–. Nuestro catálogo tradicional presenta una gran variedad y calidad. Desde platos, orzas y escudillas u otras formas cuyos nombres denotan añejas procedencias, como “zaidas”, “azumbres” o alcuzas, hasta pilas bautismales, de influencias morisco-toledanas, o brocales de pozos decorados a impronta, de claras reminiscencias arábigo-andaluzas, nos encontramos con todo un mundo de culturas mediterráneas que se han ido decantando en nuestro alfar. Y hoy además hemos incorporado también, con nuestro propio sello personal, nuevas formas y motivos decorativos.